Debo pedirte una disculpa, una mas a la cuenta de las cosas que he hecho mal contigo. Sin duda tu no tuviste la culpa de nada, y la culpa nunca ha sido solo tuya, pues todo fue un malentendido entre el boton de encendido de alarma de mi despertador y yo. Aunque a mi defensa dire que esa noche estaba tan nervioso y ansioso de verte que no pude dormir. El tiempo nos comio, y las prisas nunca han sido buenas amigas del amor y sus derivados. Muero por hablar contigo, por decirte que te quiero y por oler tu cuello nuevamente. Odio esta distancia y estas frias computadoras, y no puedo hacer nada mas que extrañarte.